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¡Nos convertimos en agentes de la T.I.A.! ¡Y hasta nos dieron un carnet!
Eso sí, primero había que ganárselo...
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Así que comenzamos el “Curso Express de Agente Secreto” asistiendo a la exposición temporal “Cine y Espionaje” en Caixaforum.
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Allí nos esperaba la mejor selección de películas de espías que se han realizado en la historia del cine.
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Y no solo pudimos ver fragmentos de ellas, sino también algunos de los objetos que fueron utilizados en su grabación, como ropa, utensilios y armas de todo tipo.
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La visita guiada a la exposición nos hizo aprovechar mucho más lo que teníamos delante. Resulta verdaderamente sorprendente descubrir el camino compartido que muchas veces han llevado el mundo ficticio del cine y el mundo real del espionaje.
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Las mujeres espías ocupan un lugar importante dentro de la exposición. Algunas vidas reales, como la de Mata Hari, fueron llevadas en más de una ocasión a la gran pantalla.
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Poder disfrutar durante unos minutos de escenas de películas del cine clásico y además que te expliquen las curiosidades que hay tras ellas es todo un privilegio. Aprovechamos para agradecer a la guía cultural que tuvimos por sus magníficas explicaciones.
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Como se suele decir: la realidad supera siempre la ficción. En la exposición conocimos historias reales de espías que bien se merecen una película. Por ejemplo, la del espía español conocido como Garbo, probablemente el agente doble más importante del siglo XX. Salvó al mundo tras su papel crucial en el Desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.
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Detector de mentiras (polígrafo), cámara de fotos con revolver incorporado, pintalabios-pistola, anillo con veneno soluble, cámara fotográfica en un paquete de cigarrillos, buzón secreto con forma de rama de árbol, paraguas y bastones como armas bélicas… Podría parecer que habíamos vuelto de nuevo a la sección de cine de espías, pero no, seguíamos en el apartado de la realidad histórica. Objetos de espías reales que pasaron a la gran pantalla y viceversa (pues el camino inverso también se dio).
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Con tanta información y aprendizajes nos sentimos preparados para convertirnos en agentes oficiales de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) y emular a su agente más famoso, el hombre de los mil disfraces y de las mil caras: Mortadelo.
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Cuando llegamos a la sede de la T.I.A. nos estaban esperando los agentes especiales Sara y Pere.
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Una llamada urgente del Súper por el zapatófono hizo saltar por los aires nuestra tranquilidad. El profesor Bacterio la había vuelto a liar. Era necesario desconectar una bomba apestosa que en caso de explotar atufaría a toda la ciudad de Madrid. ¿El problema? Aún no eramos “agentes profesionales”, para llegar a ese nivel necesitábamos 1.000 puntos.
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En ese momento comenzó una carrera contrarreloj para convertirnos en los mejores agentes de la T.I.A. No había tiempo que perder. Carpetas “Top Secret”, que contenían importantes misiones de aprendizaje, fueron llegando hasta nosotros en este curso acelerado de espionaje.
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Aprendimos diferentes formas de comunicarse en clave, cada cual más original. En cada misión, el trabajo en equipo resultaba fundamental.
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La gran ambientación en los decorados ayudaba sin duda a meterse en el guión.
¡Realmente parecía que estuviésemos en la Sala de Control Central!
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A las pruebas de ingenio se sumaron toda una serie de pruebas físicas en las que debíamos demostrar nuestro buen estado físico y nuestras habilidades como espías.
Resulta difícil apuntar bien cuando hay a tu lado una cuenta atrás de una bomba…
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Estábamos bajo presión pero fuimos superando una a una las pruebas y sumando puntos.
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Había misiones de todo tipo, en las que teníamos que poner a prueba nuestros cinco sentidos.
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Nuestra prueba favorita fue la del camuflaje. Teníamos que disfrazarnos de espías.
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Parecíamos sacados de un comic de Ibañez. ¡Ahora sí que éramos unos auténticos agentes secretos de la T.I.A.!
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¿Y la bomba? Conseguimos casi 2.000 puntos, la categoría de “agentes de élite” y todas las pistas necesarias para desactivarla. Fue una auténtica fiesta.
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Desde ADCHE queremos dar las gracias a Caixaforum y a Gaudire, especialmente a Sara y Pere, por la tarde tan estupenda que pasamos.
¡Ójala nos podamos ver en otra ocasión!
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Eso sí... Nosotros... nunca estuvimos allí.