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El acto supuso un homenaje al personaje literario creado por la escritora Astrid Lindgren hace 80 años.
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Según cuenta la propia Astrid, fue su hija pequeña la que se inventó el nombre para que, mientras estaba enferma, la entretuviera contándole cuentos sobre una niña llamada “Pippi Langstrump”.
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La mamá recurrió a sus recuerdos de infancia, a los tiempos de niñez en los que vivió muy feliz en una granja del sur de Suecia con su familia, en plena libertad y en contacto con la naturaleza.
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En 1945 puso esos cuentos por escrito. Las aventuras de Pippi se extendieron por toda Europa.
El personaje era revolucionario en la literatura infantil y juvenil de la época. La “niña mas fuerte del mundo” vivía sola. Era autosuficiente, ella misma se hacía todas las cosas. Y gracias a su maletín repleto de monedas de oro era independiente económicamente.
Su lema era: “No te preocupes por mí, sé cuidarme solita”.
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En 1969 Pippi Calzaslargas dio el salto a la pequeña pantalla. Su serie se pudo ver en millones de hogares europeos.
La escritora Astrid Lindgren formó parte del rodaje convirtiéndose en el mejor asesor posible.
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En la serie de televisión no podía faltar su monito “Señor Nilson”, ni su caballo blanco de lunares negros: “Pequeño Tío”.
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Sus vecinos Tommy y Anika se convirtieron en sus mejores amigos. Mientras ellos representaban la familia tradicional, la educación estándar y los valores conservadores, Pippi Calzaslargas se encargaba de ponerles todo su mundo patas arriba.
Pippi se alejaba mucho del modelo de “niña buena”. Del estereotipo de niña sumisa, recatada y obediente.
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Y es que, como señalaba hace unos años un artículo periodístico: “Pippi Calzaslargas enseñó más de feminismo que todas las princesas Disney juntas”.
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Efectivamente, mientras las princesas de Disney aparecían en aquellos años como seres débiles, necesitadas siempre de la protección de un varón, esperando que las rescatara su príncipe azul. Otorgando una importancia al aspecto físico y la belleza exterior que marcaba sus vidas. O entendiendo que solo existe un posible final feliz y es encontrando un hombre y casándose con él. Ante todo esto, Pippi apareccía como una auténtica heroína con una fuerza sobrenatural, defensora de los débiles, capaz de enfrentarse a un ejército de piratas para rescatar a su padre prisionero.
Cómo cambiaba la historia...
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La colorida y revolucionaria Pippi Calzaslargas llegó a una España gris en pleno régimen franquista (primero en formato de libro y luego en serie de televisión).
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Durante la dictadura, los roles de género estuvieron muy bien definidos. El hombre ocupaba el ámbito exterior, la mujer, el ámbito interior, el hogar.
Desde la escuela y desde la Sección Femenina se adoctrinaba a las niñas para ser unas buenas madres y unas excelentes amas de casa.
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¿Qué significaba ser “femenina” durante el franquismo? “Tener formas redondeadas, voz aguda, nuez poco visible, andar gracioso y suave, predominio de los sentimientos sobre la razón, deseos de maternidad, instinto pasivo, tendencia a la obediencia, afición a las tareas del hogar…”
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Durante el régimen franquista se publicaron panfletos sobre “cómo ser una buena esposa” que hoy nos podríamos tomar a risa (por el nivel ridículo de sumisión que alcanzaban), pero que en aquella época eran para cabrearse.
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Pippi Calzaslargas supuso un verdadero soplo de aire fresco para aquellas niñas que se quejaban porque no tenían los mismos derechos ni las mismas obligaciones que sus hermanos, para aquellas mujeres que trabajan fuera de casa o para las jóvenes que eligieron deportes tan “masculinos” como el fútbol.
Pippi se convirtió para algunas, en un icono feminista en la España franquista. Pippi era el referente de las niñas que no querían ser princesas.
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Tras la conferencia tuvimos la oportunidad de ver en pantalla grande dos episodios de su famosa serie de televisión.
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Fue un auténtico privilegio poder ver de nuevo, y además en formato cinematográfico, a Pippi Calzaslargas y a sus amigos corriendo aventuras.
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La actividad cultural terminó con un interesantísimo coloquio entre los asistentes, los cuales nos dieron su opiniones sobre Pippi y también nos contaron sus experiencias vitales durante el franquismo. Sus aportaciones enriquecieron mucho el acto cultural.
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Desde ADCHE nos sentimos orgullosos del resultado final y damos las gracias a todos los que lo hicieron posible.
¡Nos vemos en la siguiente!