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La actividad cultural gratuita comenzó a los pies de la Catedral de la Almudena, desde allí nos dirigimos al controvertido edificio que alberga las colecciones monárquicas, hoy en día patrimonio de todos.
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Unas impresionantes columnas salomónicas (que habían pertenecido a la iglesia de Montserrat) nos daban la bienvenida.
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A ellas se unía una pequeña, pero valiosísima corona de época visigoda (tesoro de Guarrazar)
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Desde luego, las obras expuestas (como el retrato de Isabel la Católica) ya merecen por sí solas la visita a la Galería de las Colecciones Reales.
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Pero contar con Leticia Llorente, experta en Patrimonio Real, multiplica por cien la experiencia. Nuestra guía de lujo nos contó hasta el más mínimo detalle y curiosidad de cada obra. Nos centramos en la planta dedicada a la dinastía de los Austrias, con el fin de que la visita se convirtiera en el mejor complemento de la "Ruta por el Madrid de los Austrias" realizada hace unos meses.
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Descubrimos armaduras famosas, como la perteneciente al emperador Carlos V.
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Tapices enormes y valiosos que adornaban las paredes de los palacios.
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Libros antiguos, algunos de ellos pertenecientes a la época del Descubrimiento de América y que nos mostraban información de las culturas indígenas.
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También vimos instrumentos musicales destinados a música de danza, como un virginal del siglo XVI brillantemente decorado.
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Lo que no nos podíamos esperar era una fuente colosal de época de Felipe II. Fue una de las sorpresas que tuvimos durante la visita guiada.
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Otras sorpresas fueron poder contemplar de cerca las obras de los más grandes pintores de la historia del arte: Tiziano, El Greco, Velázquez, Caravaggio…
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Y también grandes pintoras, como Lavinia Fontana, quien nos dejó su firma (algo inusual en la época) en su obra “Virgen del silencio”.
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De otra artista, en este caso escultora, hemos heredado la colorida y genial obra “El arcángel San Miguel venciendo al demonio”. Luisa Roldán, más conocida como “La Roldana” fue la primera mujer nombrada escultora de cámara en la corte de Carlos II.
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La carroza negra, uno de los carruajes más antiguos que se conservan (1670), nos servía para decir adiós a esta planta -1 dedicada a la dinastía de los Austrias.
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Antes de terminar la visita bajamos a la planta -3. Nos esperaba una última sorpresa...
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En la construcción de los cimientos del museo salieron a la luz los restos más antiguos de la muralla árabe de la ciudad de Madrid (s. IX). Todo un hallazgo que se ha acondicionado para su mejor conservación y visualización por parte de los visitantes.
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Y de los restos más antiguos del museo pasamos a los más modernos: El Cubo inmersivo, un sistema audiovisual futurista que nos trasladó al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
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Y de este modo pusimos punto y final a una mañana llena de aprendizajes. Desde aquí queremos dar las gracias a todos los adchianos que nos acompañaron (prometemos repetir la visita más adelante para los que se quedaron sin plaza).
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Reconocimiento especial se merece nuestra guía, Leticia Llorente (de Madrid en la Palma de tu Mano), que enriqueció la visita con sus vastos conocimientos en Patrimonio Real y la convirtió en inolvidable. ¡Mil gracias!