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A lo largo de la conferencia fuimos recordando las fábulas y los cuentos que nos contaron de pequeños, pero ahora los veíamos con otros ojos. Detrás de ellos había mucha historia. Desde las claras moralejas y enseñanzas con buenos modelos de conducta que se extraen de muchos de ellos…
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Hasta las crudas realidades históricas que se esconden detrás. Los bosques, de tan mal recuerdo para protagonistas de cuentos como Pulgarcito o Hansel y Gretel, nos informan de la práctica de abandonar niños en ellos en épocas muy duras de subsistencia.
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El origen de los cuentos se pierde “en la noche de los tiempos”. Han llegado hasta nosotros por medios orales, porque se transmitían de generación en generación con el boca a boca, pero también porque fueron puestos por escrito. Muchas de las fábulas que hoy conocemos fueron recopiladas por el fabulista Esopo, que vivió en la Antigua Grecia del siglo V a.C.
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A Oriente también le debemos mucho los europeos en materia de cuentos. La famosa obra “Las Mil y Una Noches” recoge historias literarias tan conocidas hoy en día como “Aladino y la lámpara maravillosa”, “Simbad el marino” o “Alí Babá y los cuarenta ladrones”.
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El papel recopilatorio de Esopo fue continuado en los siglos posteriores por el autor romano Gayo Julio Fedro, el francés Jean de la Fontaine, el español Félix María de Samaniego, el danés Hans Christian Andersen y los alemanes Hermanos Grimm. A todos ellos, los europeos les debemos una gran labor compilatoria de nuestra rica tradición popular en cuentos.
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El productor y director estadounidense Walt Disney se fijó en ellos y utilizó el gran altavoz que es el cine para darles una visualización mundial. Historias como las del “Sastrecillo valiente”, “Los tres cerditos”, “La gallina de los huevos de oro”, “Jack y las habichuelas mágicas” o “El flautista de Hamelin” hoy son conocidos en todo el planeta gracias al trabajo de Disney.
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Con todo, las historias que llevó a la gran pantalla no son tal cual se contaban o aparecían escritas en los textos europeos. Disney las “maquilla” y aparecen más dulcificadas. Así sabemos, por ejemplo, que las hermanastras de Cenicienta no duraron en mutilarse y cortarse los dedos de los pies para intentar meterlos dentro del zapatito de cristal, o que la propia Cenicienta acabó partiendo el cuello a su madrastra con la tapa de un baúl de madera.
La “tierna” Blancanieves tampoco se quedaba atrás, al final de su cuento obligaba a su madrastra a ponerse unos zapatos de hierro candentes y bailar con ellos hasta morir.
Todos estos cuentos fueron creados en unas sociedades bélicas, muy duras, donde la muerte y la venganza estaban a la orden del día.
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El final de la conferencia sirvió para acabar con la mala fama que tienen las brujas y “rascar” un poco en su trasfondo histórico. Siguiendo la teoría de Norma Blazquez, investigadora de la Universidad Autónoma de México, vimos cómo estas mujeres independientes, que vivían al margen de la sociedad patriarcal y machista del momento, fueron en realidad el antecedente de las mujeres científicas. Mujeres sabias, con conocimientos en medicina natural, botánica, alquimia… que generaban sus propios ingresos y que fueron miradas con recelo por la naciente ciencia moderna.
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Tres años después pudimos recuperar la sana costumbre de la merienda adchiana. Tras el aperitivo y recuperar fuerzas nos esperaba la máquina del tiempo del cine.
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En esta ocasión la película estaba relacionada con los cuentos infantiles, concretamente un Pinocho futurista fue el protagonista de la velada.
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Un participativo coloquio tras la película fue la espléndida guinda final a la primera actividad cultural del año.
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Nos vamos con un buen sabor de boca y os agradecemos a todas vuestra asistencia y participación.
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¡Nos vemos en la siguiente!