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Tras dejar las maletas en el hotel (desde el que teníamos unas buenas vistas del puerto moderno), nos dispusimos a probar la gastronomía típica de la Costa Dálmata. Pescados, mariscos y sus famosas ostras no podían faltar…
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Con las fuerzas a pleno rendimiento nos dirigimos a visitar el casco antiguo de Dubrovnik. La ciudad amurallada impresiona desde cualquier lugar donde la mires. Nosotros entramos en ella a través de la Puerta Ploce, la puerta del “Puerto Viejo”.
Los antiguos astilleros se encontraban muy bien custodiados por las altas murallas y las poderosas fortalezas situadas en sus esquinas (San Juan, Revelin, Minceta y Bokar).
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Ya en su interior, Dubrovnik nos sorprendía con espléndidos palacios renacentistas, iglesias barrocas, fuentes monumentales…
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Para el recuerdo quedará aquel baile de “la conga” realizado por los 55 aventureros en la calle Stradun, la vía principal de la ciudad. El motivo estaba bien justificado: no podía perderse nadie por el laberinto de estrechas callejuelas del casco histórico.
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En el viaje cultural también hubo sitio para la ficción. La popular serie de televisión “Juego de Tronos” realizó gran parte de su rodaje en Dubrovnik (Desembarco del Rey), utilizando monumentos como el Palacio del Rector para sus localizaciones.
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Abandonamos la inconquistable Ragusa atravesando el puente levadizo de una de sus puertas principales, la Puerta de Pile. Aún nos esperaban grandes sorpresas…
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La Fortaleza Lovrijenac (San Lorenzo) conocida popularmente como la “Gibraltar croata” protegía por este lado la ciudad.
Aquí se encuentra el puerto más antiguo de Ragusa, la ciudad fundada por aquellos romanos que escapaban de las invasiones bárbaras en el siglo VI.
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Desde lo más alto de esa fortaleza se disfrutan de unas vistas espectaculares de Dubrovnik. Sin duda, la mejor manera de terminar nuestro primer día en Croacia.
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El segundo día de aventura lo teníamos libre. De ese modo podíamos aprovechar mejor la “Tarjeta Dubrovnik Pass” y organizarnos los tiempos a nuestro gusto. Visitamos museos, iglesias, conventos…
En el Monasterio Franciscano, por ejemplo, tuvimos la oportunidad de conocer la farmacia más antigua de Europa. Data del año 1317.
Tampoco nos olvidamos de “tocarle las narices” a la estatua del escritor Marin Drzic. Dicen que además de traer buena suerte te asegura un futuro regreso a Dubrovnik.
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Una de las mejores cosas que se puede hacer en Dubrovnik es recorrer el adarve de sus murallas. A lo largo de sus dos kilómetros de longitud se van sucediendo auténticas imágenes de postal.
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Otra opción es ver las poderosas murallas desde abajo, concretamente desde el mar, tal y como las verían los posibles asaltantes enemigos. Alquilar un paseo en kayak te da esa opción.
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Y además te ofrece la posibilidad de encontrar alguna cala escondida en la que poder bañarte tu solito.
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En el tercer día de aventura abandonamos Dubrovnik para dirigirnos hacia el norte. Recorrimos la bella Costa Dálmata y desde el autobús disfrutamos de sus paisajes y de la multitud de islas que la salpican.
La parada de descanso la realizamos en el Puente Rion-Antirion, un gigantesco puente colgante que no tiene nada que envidiar al famoso Golden Gate de San Francisco. Gracias a la construcción de este puente se evita tener que cruzar la frontera con Bosnia-Herzegovina.
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¡Sorpresa! Como el camino hasta Sibenik es largo, nos desviamos un poquito para pasar unas horas en “Punta Rata” (Brela) considerada una de las mejores playas de Europa.
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Allí aprovechamos para pasear por su hermoso paseo marítimo, comer y bañarnos en sus cristalinas aguas turquesas.
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Lo cierto es que el “arco iris” de colores azules de sus aguas será difícil de olvidar.
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Como también será difícil de olvidar el denominado “símbolo de Brela”, un diminuto islote cercano a la costa en el que la vida arbórea se abre camino milagrosamente.
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Llegamos a la ciudad costera de Sibenik por la tarde. Aquí se encuentra el lujoso hotel en el que estaremos alojados el resto del viaje y que nos servirá de “campamento base” desde el que dirigirnos a las visitas de los próximos días.
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Dicen que Sibenik es la gran olvidada de la Costa Dálmata. La parte buena de esto es que escapamos durante nuestra estancia de ese “turismo de masas” que se encuentra en otras ciudades más visitadas de Croacia.
El monumento principal de Sibenik es su Catedral de Santiago y que tiene el honor de ser la catedral más grande del mundo construida exclusivamente en piedra. En su interior se puede visitar una auténtica joya artística: el baptisterio. Y de su exterior podemos destacar la cúpula, la portada de Adán y Eva o el friso de cabezas que, según la tradición, corresponderían a las personas que sufragaron su construcción.
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Otro de los records que posee Sibenik es que es la ciudad con más escaleras de toda Croacia. Lo pudimos comprobar, je, je… Menos mal que ADCHE siempre piensa en todo y a mitad de camino de subida al castillo nos sorprendió con un refrigerio en un lugar muy especial: el jardín histórico del convento franciscano de Sibenik.
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La subida mereció la pena. Desde el punto más alto de la ciudad disfrutamos de unas espectaculares vistas y de un atardecer maravilloso.
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Cuarto día de aventura. Hoy toca naturaleza. Visitamos el Parque Nacional de Krka.
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Un parque natural que forma el río Krka y que se ha hecho mundialmente famoso por sus cascadas y por su enorme biodiversidad.
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El parque está muy bien acondicionado y vas caminando por pasarelas de madera…
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...y miradores que ofrecen unas vistas increíbles.
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...como a la Gran Cascada, principal atractivo del parque nacional.
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Para el resto de turistas la visita terminaría aquí, pero nosotros contratamos un barco que nos llevaría río arriba para seguir descubriendo los tesoros naturales que esconde el parque.
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Y así pudimos disfrutar de sus meandros, sus cascadas, y de algo aún más sorprendente: un antiguo monasterio franciscano situado en una isla en medio del cauce del río. Allí nos detuvimos un tiempo para visitarlo.
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Luego realizamos una segunda parada en otra zona visitable del Parque Nacional de Krka que destaca por la sucesión de sus cascadas y su gran belleza.
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No podemos dejar de agradecer al profesor y catedrático Fernando García Joral por sus espléndidas explicaciones sobre el origen y la formación de estas cascadas. Gracias, Fernando.
También aprovechamos para dar las gracias a la profesora Azucena Sanz por sus aportaciones y hacernos entender la importancia de las lenguas minoritarias y su defensa en un mundo cada vez más globalizado.
Es un verdadero lujo tener a ambos en el grupo de aventureros.
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La tarde la tuvimos libre ese día en Sibenik para descansar y aprovechar también a seguir conociéndola por nuestra cuenta y a nuestro ritmo.
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Quinto día de aventura. Día muy esperado para los amantes de la civilización romana. Visitamos Split, la ciudad que surgió del palacio de un emperador romano. Split conserva muy bien los restos de su pasado romano, como sus torres y murallas.
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También sus cuatro principales puertas de entrada. Buscamos la mejor que atravesar para nuestros queridos aventureros y no podía ser otra que la Porta Aurea, la puerta de oro. Y así, tras cumplir el ritual de la buena suerte y tocar el dedo gordo del pié a la estatua colosal del obispo Gregorio de Nin (famoso por su defensa de la lengua croata en el catolicismo), nos introdujimos en el antiguo palacio de Diocleciano por una de sus vías principales: el cardo maximus.
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En el centro del palacio nos sorprendía el denominado “Peristilo”, un enorme patio abierto en el que el emperador recibía a las embajadas y que se terminaría convirtiendo en la plaza principal de la ciudad de Split.
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Desde esa plaza se accedía a monumentos muy importantes de época romana, como el templo de Júpiter (hoy baptisterio) o el vestíbulo (coronado por una enorme cúpula hoy perdida). Mención aparte se merece la denominada “Calle déjame pasar”, tan estrecha, que no es posible la circulación peatonal por ella en ambos sentidos a la vez.
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Atravesando el vestíbulo llegamos a la zona más íntima del antiguo palacio de Diocleciano: el triclinium o comedor, con patios abiertos y ajardinados alrededor de él, las salas de recepción y los dormitorios del emperador.
Uno de los monumentos más espectaculares que se conservan de aquella época es su mausoleo, hoy catedral de Split. La torre-campanario es de época moderna pero tanto el interior del hermoso edificio coronado con cúpula como la cripta subterránea que hay bajo él guarda mucho de la época romana.
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Pero sin lugar a dudas, los mejores restos del Palacio de Diocleciano se encuentran bajo el suelo actual. Son los denominados “Sótanos del Palacio”. Pasear por ellos es un auténtico privilegio y nos sirven para imaginarnos muy bien cómo era la distribución de la residencia palacial que había arriba, pues fueron realizados con el mismo plano que la parte superior.
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Split nos dejó un gran sabor de boca y por momentos creímos haber viajado realmente a la época del Imperio Romano y habernos cruzado con su guardia personal...
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Sexto y penúltimo día de aventura. ¡Vamos que esto se acaba y hay que terminarlo a lo grande!
Para este día nuestro guía-profesor se sacó el carnet de capitán de barco y nos volvió a sorprender gratamente. Alquilamos para nosotros solos una embarcación turística que vino a buscarnos a la puerta de nuestro hotel. Con ella pasamos el día visitando la Costa Dálmata. Y es que, un viaje a Croacia no sería completo sino surcas el Mar Adriático que tan importante fue en la historia de este país.
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Nuestro destino concreto era el Parque Nacional de Kornati.
Dice la leyenda que cuando Dios terminó de crear el mundo, le sobraron un gran número de rocas que decidió tirar al mar. Las miró, se quedó pensando y concluyó que aquello era perfecto, que las dejaría tal cual. El resultado fue Kornati, un parque natural formado por más de 90 islas e islotes.
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El trayecto fue ameno, pues las vistas desde el barco eran espectaculares. Con todo, para hacer más agradable aún el paseo contratamos a un incombustible saxofonista que hizo las delicias del respetable. ¡Acabamos bailando!
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No toda la jornada la pasamos en el barco. Desembarcamos en la isla de Telascica y allí tuvimos la oportunidad de realizar snorkel y maravillarnos con el fondo marino de este parque natural.
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También nos bañamos en su lago salado, conocimos sus esculturas de piedra y subimos a lo más alto de un mirador para tener, nuevamente, unas vistas espectaculares.
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Los escarpados acantilados de la isla Telascica. Croacia no deja de sorprendernos.
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Durante el regreso a Sibenik tomamos la comida en el barco. Una lubina que nos supo a gloria.
Nuestro admirado saxofonista nos ayudó a relajarnos tras la comida y hacernos más agradable la vuelta al hotel.
El capitán (Marcos) y su buque insignia en este viaje (Julia) pueden sentirse orgullosos. Misión cumplida. La Aventura Croacia está siendo un éxito.
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Nos queda despedirnos de Sibenik. Mañana ya estaremos en Zagreb. La ciudad se despidió de nosotros ofreciéndonos uno de los más bellos atardeceres desde su playa.
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Séptimo y último día de Aventura. Hoy regresamos a Madrid, pero por la noche. Así que tenemos todo el día para disfrutar de la capital de Croacia: Zagreb.
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Zagreb nos recordó un poco a Viena (visitada en nuestra última aventura europea), no en vano, la ciudad perteneció durante mucho tiempo al Imperio Austrohúngaro. Parte de esa herencia vienesa se percibe en sus jardines y monumentos, como el famoso Teatro Nacional, construido por arquitectos de la capital austríaca.
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Resulta muy recomendable pasear por lo que se conoce como la “Herradura Verde”, un conjunto de parques que se suceden y que son todo un pulmón verde para la ciudad.
Además, a estos jardines se asoman los edificios históricos más importantes: Museo Etnográfico, Academia de Arte Dramático, Academia de Música (cuyo estilo futurista contrasta con el estilo clásico del anterior).
La catedral de Zagreb y sus altas torres también se merecen una visita, así como las numerosas esculturas que adornan la ciudad, como la de San Jorge y el Dragón o la de la campesina que vende sus productos de la huerta en el famoso Mercado Dolac.
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La tarde la teníamos libre y aprovechamos para visitar la Ciudad Alta, la parte más antigua de Zagreb. Accedimos a ella por la histórica Puerta Kamenita o Puerta de Piedra, la única entrada que se conserva de la muralla medieval y que hoy en día se encuentra bien custodiada por una escultura de San Jorge.
Arriba nos esperaba una de las principales plazas de la ciudad, rodeada de edificios importantes como el antiguo ayuntamiento o los palacios del gobierno y del parlamento croata. Pero sin lugar a dudas, lo que más llama la atención es la Iglesia de San Marcos, con su colorido tejado y los escudos de la ciudad y del reino.
De la Ciudad Alta descendimos de una manera muy particular, en funicular, pero no en uno cualquiera… ¡en el más corto de toda Europa!. Un nuevo record para apuntar.
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Tras comer en la archiconocida “Calle de las cervezas” (Tkalcica), calle peatonal, muy bonita y con numerosos establecimientos gastronómicos, nos reunimos de nuevo todo el grupo para dirigirnos al autobús que nos llevaría al aeropuerto.
¡Pero aún quedaban cosas por ver! Durante el paseo recorrimos el otro brazo de la famosa Herradura Verde y visitamos los monumentos situados en él: Museo Arqueológico, Academia de Ciencias y Artes…
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...Estación de ferrocarril de Zagreb (donde paraba el famoso tren de lujo “Orient Express”).
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Y ya, cuando nos íbamos a subir al autobús, la ultima sorpresa del viaje: ¡El rey Tomislav! El primer rey de los croatas, que tan esquivo se había mostrado durante toda la Aventura, se subió a su caballo para darnos la mejor de las despedidas.
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¡Qué viaje, aventureros! Muchas gracias a todos por participar en él, por vuestro buen humor y por hacerlo digno de recordar. Será uno de esos viajes que comentaremos durante muuucho tiempo...