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Tras el encuentro, siempre emotivo, de los viejos amigos y conocidos…
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Comenzamos con la presentación de la actividad sobre el país del Nilo. A pesar de su lejanía y exotismo, encontramos importantes raíces egipcias en nuestra civilización europea. Aspectos culturales como el culto de Isis y Horus, las procesiones religiosas o la creencia en la otra vida nos influyeron decisivamente.
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Tras la introducción nos esperaba la visita guiada a la exposición “Momias de Egipto: Redescubriendo seis vidas”.
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Una exposición muy bien ambientada (casi sentíamos el sol abrasador del desierto) y que contaba con la colaboración del Museo Británico.
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Sarcófagos excelentemente tallados en madera y metidos unos dentro de otros (como las famosas muñecas rusas matrioskas) servían para guardar el cuerpo del difunto (la momia).
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Estaban brillantemente pintados con símbolos y representaciones religiosas (como el Juicio Final) y tenían como fin proteger a su dueño en el Más Allá. Estos dibujos también nos ofrecen interesantes datos sobre el difunto, el cual puede aparecer representado realizando ofrendas a los dioses.
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En el Antiguo Egipto, la momificación servía para sobrevivir a la muerte y conducir el cuerpo a la vida del Más Allá. Los sacerdotes y embalsamadores egipcios rayaron la excelencia en las técnicas de momificación. Poseían amplios conocimientos en anatomía, cirugía, química… De ahí que los cuerpos momificados hayan desafiado el paso del tiempo como en ninguna otra civilización.
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Sobre la cabeza de la momia se colocaba una máscara funeraria que intentaba representar los rasgos faciales del muerto. En época greco-romana encontramos auténticos retratos asimilables a nuestras fotografías de carnet actuales.
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Todo el ajuar funerario que acompaña a la momia nos da muchísima información a los arqueólogos. Si la tumba pertenece a un niño podemos encontrar en ella, además de collares y amuletos, juegos de mesa, pelotas, caballito con ruedas, tabas, peonzas… ¡Hasta los deberes corregidos de clase!
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En el caso de que la tumba fuera femenina, junto al ajuar de adornos y joyería podemos hallar instrumentos musicales como el sistro (especie de sonajero muy común en el Antiguo Egipto).
Los famosos vasos canopes, que conservaban las vísceras del difunto, también se unían al ajuar. Así como estatuillas de dioses o de sirvientes que ayudarían en la otra vida (en la fotografía que nos ocupa están elaborando cerveza)
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Hasta aquí la información que han conseguido los historiadores siempre de manera tradicional, pero los adelantos tecnológicos hacen que podamos saber más cosas aún de los antiguos egipcios y sus momias. De este modo, utilizando métodos no invasivos, como la tomografía computerizada, las momias pueden ser escaneadas y, sin sufrir ningún tipo de daño, revelarnos los secretos que guardan en su interior.
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Podemos ver, por ejemplo, sin necesidad de desenvolver las vendas, todos los amuletos que fueron colocados a modo de protección en el cuerpo del difunto.
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Podemos analizar sus huesos, sus dientes, conocer su edad aproximada, las enfermedades que sufrió… Incluso detalles tan variopintos como el moño que llevaba la momia Takhenemet, una señora de la casa, adornando su cabeza.
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Tras la estupenda visita guiada a la exposición (aprovechamos para dar las gracias a los dos implicados guias que tuvimos) nos esperaba la interesantísima conferencia: “Una momia en el hospital”.
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En la que nos hablaron del extraordinario viaje realizado por cuatro momias del Museo Arqueológico Nacional al hospital Quirón de Madrid en el año 2016.
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Allí fueron estudiadas y analizadas en una unidad de radiodiagnóstico.
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Obteniéndose unos resultados sorprendentes (ver como ejemplo fotografía adjunta).
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Un instructivo coloquio con las protagonistas de este estudio puso la guinda final a nuestra jornada egipcia.
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¡Un millón de gracias a todos los que nos acompañaron!
Y nuestras más sinceras felicitaciones a CaixaForum y al Museo Británico por hacerlo posible.