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Nuestro particular homenaje comenzó en los hermosos jardines de su Casa-Museo, diseñados por el propio pintor valenciano e inspirados en sus viajes por Andalucía.
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Allí, en un pintoresco rinconcito, presentamos la actividad cultural y dimos las primeras pinceladas de la vida y obra de Joaquín Sorolla.
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Como su predilección por pintar al aire libre, su temática mediterránea y veraniega. Nadie como Sorolla para hacernos llegar el ambiente cálido de nuestra civilización mediterránea. Su genio a la hora de plasmar la luz del sol y las sombras que produce aún no ha sido superado.
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Ya dentro de la casa nos esperaba una estupenda visita guiada.
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En la que pudimos conocer alguna de sus obras más famosas, como “El baño del caballo”.
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El “pintor de la luz” realizó múltiples retratos, comenzando por él mismo y por su familia, y continuando por los personajes más relevantes de su época.
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En el Museo Sorolla es tan importante el continente como el contenido. No solo la colección de arte es espectacular, el lugar en el que se encuentra no es de menor valor. Se trata de la vivienda en la que vivió el pintor, con su mobiliario, sus jardines… Resulta imprescindible señalar que todo esto nos llegó gracias al testamento de su mujer Doña Clotilde García del Castillo, musa y madre de sus tres hijos, que lo donó de manera totalmente altruista al Estado español.
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Recorrer la Casa-Museo Sorolla es pasear por las mismas estancias en las que vivió el pintor: comedor, salón, estudio-taller…
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El amor que Sorolla sentía por la naturaleza y el ambiente exterior se traduce en los grandes ventanales de su casa, que dan a sus jardines, y también en el intento de introducir esa naturaleza dentro de la casa a través de los frescos pintados en las paredes.
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Un pedacito de su admirada Andalucía también se encuentra en la vivienda a través del patio andaluz, los azulejos, las fuentes…
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La guinda final de la actividad nos esperaba en la segunda planta de la casa. Allí se había instalado la exposición temporal “Sorolla, orígenes”, con motivo del primer centenario de su fallecimiento.
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Fue muy emocionante tener delante de nuestros ojos sus primeras obras importantes, como las tres “Marinas” con las que compitió por primera vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1881) o su obra ambientada en el 2 de Mayo madrileño con la que consiguió medalla en 1884.
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Otra obra histórica, “El grito del Palleter”, le permitió obtener una beca de formación en Roma donde el joven Sorolla pudo continuar su formación artística.
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Y así, paseando por sus jardines, sintiéndonos dentro de uno de sus luminosos cuadros, terminamos la tarde muy bien acompañados.
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¡Muchas gracias a todos por venir!
¡Nos vemos en la siguiente!